Llegamos al aeropuerto de Chiang Mai y cogemos el vuelo que nos llevará a Mae Hong Son. El avión es pequeño, sólo vamos 20 pasajeros a bordo, pero hay muchas plazas libres, cosa que nos extraña porque las “Mujeres Jirafa” son mundialmente conocidas.
Por la ventana del avión comienza a divisarse una única pista de aterrizaje situada en un valle rodeado de grandes montañas y vegetación.
Hemos aterrizado. Buscamos un taxi y vemos a un hombre con una pizarrita con el nombre de nuestro Hotel: “Imperial Tara Mae Hong Son”. Nos han venido a buscar, todo un detalle por su parte.
El Hotel se encuentra en un hermoso paraje rodeado de naturaleza por donde pasa un río. La construcción es de teka, y el estilo de las habitaciones es tailandés. Una vez nos hemos acomodado, decidimos preguntar en Recepción cómo llegar al poblado de las mujeres jirafa, pero antes damos con un mostrador de información donde tienen excursiones a medida.
Como realmente en Mae Hong Son tenemos el tiempo contado (sólo estamos 1 día), nos parece buena idea coger algo organizado.
En una hora comenzamos el tour privado, que nos ha costado por persona 49€ para los dos días (tarde del sábado y mañana del domingo).
Comenzamos con una visita de la ciudad de Mae Hong Son. Una ciudad pequeña con casas de teka muy bonitas y al parecer muy poco turística. Los comercios al no ser turísticos tienen sus costumbres y productos a muy buen precio. Te piden que te descalces al entrar en las tiendas.
Después de una hora dando vueltas por la ciudad, la van nos lleva al río Pae, donde cogemos una embarcación típica. Ésta nos lleva al campamento de Elefantes (aunque sólo nos espera uno). Nos subimos en una plataforma de teka para poder subir a lomos del elefante (en una silla).
El cuidador guía con una cuerda cogida a la oreja al elefante. Por un segundo nos preguntamos si la cuerdecita haría algo en el caso de que al animal le dé por correr o por tirarse al río…
Nos adentramos por senderos llenos de barro y agua, y el elefante no para de comer y tirarnos agua con la trompa (qué graciosillo! ¿a esto también le enseñan sus cuidadores en el campamento…?).
A medida que avanzamos, la vegetación se espesa y el sendero se hace más pequeño, de forma que no cabe casi ni el elefante. Tenemos que ir apartando las hojas, ramas, y telas de araña (con arañas incluidas) de más de 30 cm . Mariposas enormes de todos los colores, libélulas a cientos, insectos que no habíamos visto en nuestra vida se van cruzando por el camino. Durante el recorrido también vemos las casas típicas de las aldeas, que están levantas y suspendidas del suelo: parece mentira que puedan vivir en medio de la jungla sin luz ni agua potable, pero sin embargo tienen otro tipo de comodidades. Si los ves fuera de su entorno, no piensas que vivan en la jungla, ya que visten de marca, tienen desbrozadoras y conducen motos de último modelo.
El guía parecía Mougli, el del libro de la Selva. ¿Pues no se le ocurre con un tirachinas de madera pegarle un pedrazo a un pájaro que estaba a 15 metros de altura? Y encima hace blanco…
Al final de una hora de paseo y con el culo bien fino de tanto balanceo del ir y venir del elefante, nos espera nuestro guía.
Continuamos la excursión con la visita de La Tribu de las “Long Neck”. También se las llama Karen o mujeres jirafa. Nos cuenta el guía que son refugiadas desde hace más de 12 años en Tailandia, debido a la situación política con su país originario, Myanmar (Burma). Como no son políticamente legales en Tailandia, no pueden trabajar, así que se dedican a la confección de tejidos y todo tipo de souvenirs que luego venden al turista en el mismo poblado. Ellas son las vendedoras de cada puestecito. Antiguamente se dedicaban a la ganadería y agricultura, cosa que los maridos todavía hacen, y a los cuales no se les ve en el poblado.
A partir de los 5 años, es cuando colocan a las niñas los aros alrededor del cuello y rodillas, y estos no podrán quitarse nunca en la vida.
Entramos en el poblado y está todo lleno de souvenirs, parece un mercadillo más que un poblado. Realmente es interesante, o mejor dicho curioso, verlas con los aros alrededor del cuello. También existen las “long ear”, que llevan anillos de extensión dentro del lóbulo de las orejas. Comienzan también desde pequeñas y cada año colocan uno más grande. Aunque los anillos no pesan nada.
A cada paso o cada puesto, ves a una niña o mujer diferente que te “deja” hacer la foto y posa como una modelo a cambio de que le compres algo. Realmente no te obligan, pero muy sutilmente, te piden que “mires, compres y les hagas una foto”. Siempre con una sonrisa. Así que hemos acabado comprando pañuelos, puntos de libro, imanes… todo a un precio muy asequible, la verdad, aunque no se te plantea ni tienes ganas de regateo, porque ves como están haciendo durante todo un día un pañuelo, que luego venden a 100 bath (2,20€).
Terminamos la excursión visitando el Templo Prathat Doi Kong Moo, situado en lo alto de una colina desde donde se divisa una bonita panorámica de Mae Hong Son.
Ya de vuelta al Hotel, a descansar y celebrar el cumpleaños de Auxi, que ya son 30 primaveras. Así que ahora cenaremos algo bueno y a descansar que mañana nos espera un ajetreado día de visitas en Mae Hong Son y compras en el “Sunset Market” de Chiang Mai a la vuelta.
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