Los sábados y domingos existe un Mercadillo llamado Chatuchak. Según dicen es el mercado más grande del mundo, así que es visita obligatoria si coincide que estás en la ciudad en fin de semana.
Antes de marchar para el mercado, desayunamos en el Hotel. Nos perdemos en el Restaurante!! Hay de todo y no sabes qué coger… Tuestan el pan en un horno de leña a la vista, a parte del cocinero que te hace los creps, otros 3 haciendo tortillas, otro haciendo gofres, y en cada bandeja detrás del buffet, un camarero, reponiendo lo que coges al momento para que las bandejas siempre estén completas. Impresionante…lujo asiático en todo su esplendor.
Cogemos el sky train que nos lleva hasta el mercado. Casi casi nos recorremos toda la línea, porque el mercado no se encuentra en pleno centro.
Nada más llegar, se ve gente (tanto turistas como locales) por todas partes. Parecen hormiguillas, y a lo lejos, se divisa un gran mercado donde la vista no alcanza su final desde el skytrain. Hemos leído en alguna parte que hay alrededor de 15.000 puestos, y que el regateo es imprescindible (perfecto! Ya estamos hechos a ello!).
Entramos por una de las mil callejuelas (no esperaba que fuera un mercadillo cubierto), y el calor es horroroso…en cada puesto tienen ventiladores, y los más lujosos su aire acondicionado.
El mercado está dividido por sectores, primero entras en el de ropa, luego decoración, animales, comida, etc…
Puedes encontrar de casi todo, con mucha paciencia, y mucho tiempo…Empezamos con las compras, y nuestra primera experiencia, mal…no nos rebajan ni un bath!! Pero no se regateaba?? En el segundo, nos vuelve a pasar…Así sucesivamente. De momento no compramos nada, porque los precios no son realmente la bomba como para comprar cosas. Hay centros comerciales y mercadillos nocturnos mucho más interesantes.
Cansados de tanto dar vueltas, del calor, la gente, y los precios, decidimos irnos a otra parte.
Vamos a coger el metro por primera vez desde que estamos en Bangkok. La experiencia resulta fácil y muy segura, y más barata que otras opciones de transporte en la ciudad. Nos choca ver que en todas las estaciones, tienen valladas las vías con puertas automáticas para mayor seguridad (¡qué adelanto!). Por ello, el metro luce impecable, todo está muy limpio y las indicaciones son muy buenas: vamos que no te pierdes ni a propósito.
Llegamos al Estadio Lumpini. Queremos sacar las entradas para ver una lucha de Muay Thai Boxing. Una vendedora nos sale al paso, explicando que hay tres tipos de entradas, pero que nos aconseja las que están situadas en el mismo ring (las de turistas en pocas palabras, ya que cuestan 2000 bath por persona). Después de sacar las entradas VIP, nos vamos a descansar un rato al Hotel. Para ello cogemos un taxi. Pero nuestra sorpresa viene cuando nos montamos en el primero, le enseñamos la dirección del Hotel y nos hace negaciones con la cabeza y nos invita a bajarnos. “¿Qué le pasa a este hombre, no tiene ganas de conducir?”. Paramos a otro taxi: la misma historia. Y a la tercera, va la vencida!! Este nos lleva, pero cuando le decimos que ponga el taxímetro se niega. Le decimos que pare, pero no nos hace ni caso y una de dos: O nos tiramos en marcha o acatamos el precio (nos pide 150 bath cuando el trayecto es de 55). Al final le damos 120 bath pero por fin podemos llegar…
Nos relajamos un rato en la piscina del Hotel, y después de unas horas, marchamos al Lumpinee Boxing Stadium. Allí nada más bajar del taxi, nos dan la bienvenida los recepcionistas del Estadio. Nos explican a qué hora tenemos que estar, y nos dan un papel con todas las luchas de la noche y los pesos. Son 9 combates en total…buf! Creemos que se va a hacer largo…
Nos sentamos en primera fila (después de lo que hemos pagado, no es para menos…). Empiezan las peleas por los más ligeros y cuando entran en el ring, observamos que son niños que no alcanzan casi los 14 años.
Pero…no veas cómo reparten los niños!! El primer combate es un pre-calentamiento de lo que vamos a presenciar. Conforme van pasando, aumenta la calidad y el nivel de los boxeadores.
Nos gusta la ceremonia o ritual que realizan antes de comenzar a luchar (Way Khru ram Muay). Es una especie de calentamiento para poner en marcha los músculos, y consiste en un baile que parecen imitar animales y oficios. Llevan un collar de flores hechas por amigos y familiares (Pong Malai) y una especie de banda que se pone en la cabeza y que representa a su gimnasio (Mongkon). Ésta es quitada por su entrenador al inicio del combate y tras haber sido “bendecido” por el mismo.
El tercer combate parece bastante igualado, pero de repente uno de ellos le suelta un “job” (puñetazo en la cara), lo levanta un metro del suelo y cae de espaldas K.O. Perdió la conciencia y lo tuvieron que sacar en camilla.
Tenemos sentados justo delante a algunos encargados de las apuestas, que continuamente se giran y hablan por el móvil con gente situada en la segunda gradería (que es donde normalmente están los locales). Aquello es un hervidero de gritos y señas.
Pensábamos salir a la mitad del espectáculo, ya que empieza a las 20 horas y acaba a las 24, pero conforme vamos entendiendo un poco el arte marcial del muay thai, nos quedamos enganchados al asiento sin querer salir!
Ya en el final, nos marchamos hacia el Hotel en taxi. Mañana nos espera otro madrugón para ir al “Mercado Flotante” de Damnoen Saduak.
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